sábado, 12 de diciembre de 2009

Hay mucho enfermito en la vuelta, ¿no le parece, señora?


Tres películas que me han enseñado que para crear obras maestras hay que estar completamente de la cabeza:


Freaks (1932), dirigida por Tod Browning.

Una de las películas más bellas y a la vez más perturbadoras que se han hecho jamás. Browning era un genio. Los protagonistas (y héroes) de esta película, los freaks, son increíbles, maravillosos, espectaculares, hermosos y aterradores. Esta película hizo historia. Démosle el reconocimiento que se merece.




Eraserhead (1977), dirigida por David Lynch.

Algo me dice que David Lynch vio Freaks más de una vez. Aunque te la cuenten desde el principio hasta el final y te avisen de qué va la cosa, vas a quedar helado, mudo, shockeado. Hay dos opciones: o la vas a querer ver de nuevo ni bien termine, o no la vas a querer ver nunca más.




Ichi the Killer (2001), dirigida por Takashi Miike.

Esta la vi doblada al gallego. Me imagino que en japonés debe ser aún más enfermiza. La trama gira en torno a dos personajes: un adolescente que hace que cientos de yakuzas se caguen en las patas con solo escuchar su nombre, y, por supuesto, Kakihara. No lo hagas enojar, porque te va a colgar del techo con ganchos de carnicero y te va a bañar en aceite hirviendo. Y después te va a pegar.

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