domingo, 26 de abril de 2009

Evidentemente la práctica del fútbol a nivel profesional destruye una enorme cantidad de neuronas


El fútbol argentino se ha convertido en un espectáculo bizarro, que cada semana nos intoxica desde allende el plata cual planta de celulosa, con su cóctel de residuos venenosos televisivos. Porque al no competir en nivel con ligas europeas, y no ganar un mundial hace años, de algo tienen que agarrarse los 10 millones de parástos que viven a costa del noble deporte.

Y los cerebrines que cada semana se meten a la cancha le dan de comer a las fieras.

Prueba nº 1: Radamel Falcao le grita el gol a su propia hinchada, que lo puteó a él y a todo el equipo de River Plate (el una vez glorioso, hoy por hoy decrépito River Plate) en prácticamente todos los partidos por lo perros que son, y últimamente por haber quedado afuera de la Copa Libertadores en la fase de grupos (no ganan una desde el 96 y Boca gana una cada 2 años más o menos).

Veer para creer (minuto 1:55)


El gol de Falcao fue para ganarle 1 a 0 a Gimnasia de Jujuy (unos muertos que pelean por no descender, por si hace falta aclarar) en el Monumental con los alcanzapelotas al final encanutando las pelotas para hacer tiempo (uno se comió un pelotazo bien dado en la cabeza, cortesía del arquero de Jujuy). Uno esperaría un gesto de disculpas para con la gente que todavía sigue pagando para ver a River, y que putea por no llorar.

Como cuando Fonseca le hizo la de la orejita a la hinchada de Nacional en un partido con Fénix que treminó 1 a 1 (y qué espantosa casualidad que ambos se apoden "Tigre").

1 comentario:

Not just a moustache dijo...

hacía mucho que no leía "fonseca"

que feos recuerdos me trae ese apellido

eran los momentos que disfrutaba del fútbol, y mucho más, de putear al "HIJO DE PUTA DE FONSECA"

ahhh, que lindo dejavu!